domingo, 6 de octubre de 2013

Espiral

Yo perdí la dirección de los que saben, de los que sienten, de los que creen. Una mañana sin café ni estrés de trabajo, me di cuenta que siempre hay una falla en el pavimento de los sentimientos. Nada es plano, nada es llano, nada puede ser perfecto.



Y pensé en esas clases de dolores, de esos que uno sufre, se queja y escribe. Hoy tengo algo para contar y algo por qué sufrir. Es el agridulce que no quería pero que tal vez era necesaria.

Hoy perdí la dirección y ando como mareada. Analizando cada segundo después de esa maldita mañana, quizás no debí amanecer, o así como cuando hay algún crimen: estuve en el momento y en el lugar equivocado.

Hoy después de ayer,  hoy que no quiero acordarme de nada, hoy que menos quiero comparar. Me encuentro en silencio pero con la misma sensación que por más que grite no será suficiente.
Pierdo dirección y menos sé dónde está mi norte. Sólo sé que estoy en el centro de todo y quisiera convertir este punto en el punto de partida, en el inicio de un sueño. De mi utopía.






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