Y corro para acortar las horas,
cruzo la vereda, me compro una botella de agua y comienzo a tomar por la sed del momento. Mientras mi mente recorre a mil por hora todo
lo que queda por hacer, marcando chek en las tareas hechas, cada minuto perdido
se refleja en mi rostro, puedo imaginar que voy envejeciendo.
Sin embargo sigo, ya cumplí con
mi labor de mujer, de hija, de futura madre, de trabajadora social, de nieta,
de enamorada y de amiga. Cuando ninguna llamada interrumpe mi momento, vuelve
el conflicto para atenuar con colores grises mi día y bum! Exploto. Exploto
como un maremoto luego de un sismo de 8 grados, exploto como un castillo de
fuegos artificiales en medio de la noche haciendo bulla por doquier, exploto
como bomba atómica en una ciudad de inocentes e ingenuos, exploto de la peor
manera.
Y mi rabia comienza apoderarse de
todo mi ser, impotencia de no poder haber hecho las cosas de diferente manera,
o de no tomar la mejor decisión. Qué hubiera pasado si en vez de haber dicho si
debería haber dicho no? Qué si no hubiera salido de mi casa y debí quedarme
dormida hasta tarde? Qué si no lo hubiera llamado para hacer hora? Qué con mis
antojos de medio día dominguero mientras hago hora? Cúmulo de malas decisiones
o de poca empatía con el resto del mundo, el caso es que se arruinó todo.
Y como dice alguna canción,
después de la tormenta llega la calma. Mi mente se quedó en blanco para abandonarme
en los brazos del más profundo y reconfortante sueño que puede haber. Sin
embargo y como toda mujer no dejo de analizar cada paso del día de hoy y así
haya quedado en silencio siento una desazón extraña que de alguna forma tengo
que pasmar.
Odio haber arruinado mi día y el
día de los demás…tal vez no todos tienen la culpa de mis problemas internos,
pero tampoco tengo la culpa de no poder satisfacer a todos a la vez.
Buena semana para todos!
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