La palabra adiós debe ser
sinónimo de eternidad. Porque al decir adiós vuelcas toda la esperanza de no volver
a ver a la persona que despides hacia un abismo. Es rendirse, resignación,
obligar a tu mente a que olvides porque no hay otro camino mas que ese.
Sino dices adiós es porque todavía
en algún recóndito espacio de tu mente crees que hay una esperanza, esperanza
al cambio y a todas esos sentimentalismos que te unen en cuerpo, alma y mente a
la otra persona, es decir dependencia puramente emocional.
A veces cuando la muerte se
interpone es más fácil, así como también los motivos conductuales que puede
realizar la otra persona (mejor si son negativos) son ideales para decir
adiós. Considero que esta palabra es tan
radical que hay que ser muy valiente para decirla, especialmente cuando los
sentimientos están tan arraigados en tu interior y el desprendimiento se vuelve
casi imposible.
Adiós es para siempre, es una libertad que de buenas a primeras no
hubieras deseado tener que decir pero tiene que, porque no hay de otra. Adiós a tu pasado, a tus recuerdos, a tus
costumbres de los últimos días acompañados y paradójicamente esta palabra es el
inicio de un nuevo comienzo sin esa persona, es acostumbrarse a
tu nueva vida. Una vida sin el/ella.
Tantas canciones ya se han
escrito sobre esta palabra, felizmente que no se ha vuelto nombre ni sustantivo
para denominar a nadie. Pero cabe mencionar que esta palabra es inevitable en
la vida de todos porque tarde o temprano queramos o no tendremos que decírsela a
alguien o no los tendrán que decir a nosotros.